Casi 860 kilómetros separan nuestra ciudad con la encantadora localidad de Itatí, Corrientes. Pero esa distancia es nada para los narcos tucumanos que tuvieron y tienen contactos con las bandas que allí operan. Justamente, el intendente Natividad “Roger“ Terán y su vice, Fabio Aquino, fueron detenidos luego de ser acusados de dirigir una de las organizaciones que se dedicaban al tráfico de marihuana y cocaína.
Esa ciudad, cuyas orillas son bañadas por las aguas del río Paraná, es un destino casi obligado para los tucumanos que buscan capturar dorados y surubíes. También es conocida a nivel nacional por contar con el santuario de la Virgen de Itatí, patrona de Corrientes. Pero en los últimos tiempos, se transformó en una de las bases de las bandas que abastecían de “hierba” a todo el país. Inclusive, a nuestra provincia.
En un ventoso día de agosto, los investigadores de esta provincia comprobaron la línea que unía ambas ciudades. A un campo de Villa Fiad, localidad de Santa Rosa de Leales, rodeado de muros de entre tres y cuatro metros de altura, comenzaron a llegar vehículos de alta gama. Personal de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, con el apoyo de los hombres de la Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop) ingresaron y no sólo detuvieron a más de 10 personas, sino que secuestraron más de 500 kilos de marihuana. Las brasas que habían encendido los comensales para comer un asado, se terminaron consumiendo.
“Fue un operativo exitoso porque logramos aprehender a toda una organización. Se atrapó al que la trajo a la provincia, al comprador mayorista de la droga y a otros narcos que se encargaban de distribuirlas en los barrios”, aseguró el subcomisario Jorge Luján, que estuvo presente en ese allanamiento.
Sebastián “Morenita” Marín fue el que trajo la droga a la provincia. Quedó detenido y al poco tiempo dejó en claro su poder. Según consta en el expediente, intentó escaparse de la Seccional 7° mientras esperaba ser enjuiciado por el caso. Un oportuno cambio de guardia evitó que la fuga, pero esa acción llevó que fuera alojado en el penal de Villa Urquiza y que se sancionara al personal que se debía encargar de custodiarlo.
“Morenita” -a quien llamarían así porque en su juventud se dedicaba a la venta de “morena”, la carnada para la pesca más utilizada en el Paraná- pasó varios años encerrado en un calabozo. Desde la Justicia Federal no se informó si fue enjuiciado por este hecho y, mucho menos, por qué recuperó la libertad. Sí se sabe que volvió a su provincia.
Ramas
Marín, hasta ahora, estaba sospechado de dirigir sólo una banda dedicada al tráfico de drogas. También quedaron en la mira otros dos líderes: Carlos “Cacho” Bareiro y Luis “Gordo” Saucedo. A este último, hace poco más de dos semanas, cuando allanaron su domicilio, los Gendarmes le encontraron 23 autos de alta gama, lanchas y pruebas con las que pudieron comprobar que cobraba un plan social todos los meses.
El intendente Terán y su vice, liderarían otro grupo por el que también fueron detenidos algunos de sus parientes.
La Procuradoría de Narcocriminalidad de la Nación puso entre las cuerdas a las organizaciones que se habían apoderado de Itatí. No sólo sumaron pruebas en contra de las bandas, sino que también establecieron quiénes eran sus compradores. Por escuchas telefónicas se supo que eran proveedores de narcos tucumanos, santiagueños, cordobeses, mendocinos y rosarinos.
Los pesquisas sospechan que Carla “La Jefa” Sánchez y Luis “Gordo Vaca” Vega podrían haber sido sus clientes durante años. Según trascendió ayer, fuerzas nacionales tenían en desarrollo varias investigaciones con el mismo punto de partida: Itatí. “No sólo es un lugar donde fácilmente conseguían marihuana, sino que además les resultaba simple trasladarla vía Santiago del Estero”, le dijo una fuente a LA GACETA.
Las mismas fuentes coincidieron en señalar que, con la detención de Terán, se abre una nueva línea de investigación, cuyo final y alcance es incierto, pero seguirá siendo igualmente escandalosa.
“Itatí es diferente a los otros sitios pesqueros del Paraná. Ahí, por temor a los narcos, una excursión siempre termina una hora antes que en otros sitios. Los guías le tienen miedo al atardecer porque puede pasar cualquier cosa”, aseguró el pescador Alejandro Herrera, uno de los tantos deportistas que eligen a esa ciudad.
El tucumano reconoció que descubrió ese lugar en 2001. “Todo era muy diferente. Había contrabando, pero eran de esos cigarrillos horribles que después los vendían en las peatonales. Después se animaron a más y no pararon. La costa paraguaya está muy cerca y no hay controles. Los guías de pesca no tienen miedo de ver narcos, sino de que les roben las lanchas y los dejen en una isla”, dijo.
“Muchas veces estás pescando y ves pasar una lancha a toda velocidad. Llega a la orilla, descarga unos bultos y vuelve a salir. Luego aparece una camioneta que levanta los bultos. Es terrible observar la facilidad con la que actúan. Si bien no estoy seguro de que sea droga lo que llevan, sí puedo decir que algo ilegal debe ser”, relató Marcos Pedraza, otro tucumano que acostumbra viajar a pescar.
Herrera añadió que Itatí es una ciudad pequeña, donde el narcotráfico pasó a ser la principal actividad económica de los más jóvenes. “Antes había un montón de guías o personas que vendían carnadas, pero ahora se volcaron a esa actividad ilegal. Debe ser una de las pocas ciudades del país en la que los jóvenes no andan en motocicletas, sino en camionetas cuatro por cuatro con collares y anillos de oro”, relató.
Pedraza, en la charla con LA GACETA, dio otro dato: “cuando pasás por un control, los gendarmes siempre te preguntan de dónde venías. Las veces que les dijimos que habíamos estado en Itatí, nos hicieron estacionar al costado de la ruta para que descarguemos todo. Evidentemente sospechan de algo malo”.